“Un museo es algo más que un decreto” escribió Rafael Squirru en el catálogo realizado para el 10° aniversario del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Fundador y primer director del museo, Squirru aprendió que la firma de un decreto y un museo no son la misma cosa. El decreto n° 3527/56 fue firmado el 11 de abril de 1956, bajo el gobierno provisional del General Lonardi, siendo intendente Municipal el arquitecto Miguel Madero y Secretario de Cultura Jorge Mazzinighi. El mismo declara que el museo tendrá por objeto: “ilustrar, de modo objetivo y documental, sobre todas las manifestaciones del espíritu cuyo carácter permita calificarlas con aquella denominación, para la cual mantendrá una exposición permanente de obras de arte plástico y subsidiariamente organizará audiciones de música, conferencias y todo otro acto cuya realización satisfaga los propósitos enunciados en los considerandos”. Asimismo explicita que dicha institución tendrá su sede en el edificio del Teatro San Martín, en ese entonces aún en construcción. La gran obra modernista no se concluyó hasta mediados de 1960, razón por la cual desde su creación mediante decreto municipal en abril de 1956 hasta septiembre de 1960 el museo no contó con un espacio en el cual llevar a cabo sus actividades y adoptó como estrategia el nomadismo, razón por la cual se lo apodó, cariñosamente, “El Museo Fantasma”.
Desde el “Museo fantasma”, un museo sin techo ni paredes, Squirru divisó una serie de estrategias que permitieron dar inicio a las actividades de la institución mucho antes de que este se materializara en un edificio. Es a partir de estas estrategias que podemos dar cuenta de las varias formas en las cuales este particular museo fue capaz de contribuir, casi sin darse cuenta, a la reconfiguración del campo artístico de Buenos Aires tanto en relación a los espacios para el arte y sus dinámicas de exposición y circulación, como en la configuración de un nuevo espectador. Ante la necesidad, las actividades del museo se llevaron a cabo en todo tipo de espacios: salas de galerías privadas, cedidas por sus dueños y directores, espacios institucionales (Museo Sívori, SAAP, Jardín Botánico), e incluso espacios inesperados como un barco que dio la vuelta al mundo y un camión que recorría las provincias con Squirru a bordo dando charlas en las plazas de los pueblos.
Es así como, en abril de 1956, guiado por su instinto y haciendo frente a la necesidad, Squirru dio inicio a las actividades del MAM desde una pequeña oficina en el altillo del Museo Sívori. Sin sede, sin patrimonio y casi sin personal, con apenas un par de máquinas de escribir y un magro presupuesto nació lo que hoy conocemos como Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.